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Periodos “oscuros” de la Historia egipcia (I).

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La periodización en Historia no es tajante, los cambios no son bruscos y desparecen las antiguas costumbres, un día no nos acostamos estando en el Imperio Antiguo de Egipto y nos despertamos en el Imperio Nuevo. No. Los límites cronológicos son creados por los historiadores, para orientarnos más o menos en una cronología que normalmente va asociada a algún cambio político y/o socio-cultural. Pero insisto en que estos cambios no son drásticos, sino que tienen un progresivo y lento desarrollo.

Aun así hay algunos periodos de la Historia que, debido a la falta de información que nos han legado o de los escasos estudios existentes, son poco conocidos. Tal es el caso de los periodos que vamos a mencionar a continuación. Se suele señalar el fin del Imperio Antiguo tras la muerte de Pepi II -conocido también como Fiope II y a quién el Papiro de Turín le atribuye unos 90 años de reinado-  y la subida al trono de la misteriosa reina Nitocris, quien según Manetón la describe como “la más valiente que todos los hombres de su época, la más bella de todas las mujeres, de piel hermosa y rojas mejillas”, y Julio el Africano apunta que llegó a gobernar 12 años. La subida de una mujer al trono egipcio estaba permitida en el Antiguo Egipto, único país de la Antigüedad que según Manetón desde la II Dinastía existía una legislación que permitía a las mujeres ostentar el mismo poder que los hombres, aunque en la práctica las mujeres solo reinaban en circunstancias excepcionales (Padró, 1996:178).

Tras la muerte de esta reina se abre una época convulsa, en la que los nomarcas o gobernadores de los nomos egipcios tienen bastante poder e incluso llegan a plantear conflictos bélicos entre ellos. A esto se suma un gran periodo de sequía que hace que el faraón (intermediario del dios y la tierra) perdiera credibilidad, pues ya no controlaba las inundaciones, y la constante llegada de asiáticos a la zona del Delta y su participación como mercenarios enrolados en los ejércitos de los nomarcas, puesto que el ejercito real había prácticamente dejado de existir tras la muerte de Pepi II y las fronteras del Bajo Egipto estaban desguarnecidas.

 En esta situación el poder del faraón se debilita y da lugar a un periodo en el que Egipto vuelve a estar dividido, si es que realmente se realizó una unión como tal por parte de Menes o Narmer. Ahora cada gobernador va a tener mayor autonomía y libertad para decidir sobre el futuro de las gentes de su zona. Así comienza lo que es denominado como Primer Periodo Intermedio (2173-2160/2040), una época en la que varias dinastías son simultáneas en el tiempo. Estos gobiernos van a ser efímeros y de carácter local, llegando a sucederse unos 18 reyes a lo largo de estos 150 años. Así surgen nuevas cortes principescas, así como nuevos centros culturales, lo que se reflejará en los talleres escultóricos provinciales con innovaciones formales de la tradición y surgen nuevos temas y recursos, como el gran avance de la pequeña estatuaria de madera con representaciones de las figuras humanas.

Una de estas nuevas cortes donde surgirá una nueva fuerza de poder político es en el nomo de Hutnennesut, conocida como Heracleópolis (actual Ehnasya el-Medina), que había conseguido refugiar bajo su yugo a los nomos del norte de Egipto. Al mismo tiempo en el Alto Egipto aparece otro punto de fuerza que será la dinastía tebana. Será de esta belicosa familia de donde salga el segundo unificador de Egipto. Las fechas para el Primer Periodo Intermedio varían según los autores pero puede fijarse entre unos 110 años y 140 años de duración hasta la reunificación sobre el 2040 (Urruela, 2006: 159).

Mapa con la situación de Heracleópolis en el Bajo Egipto y Tebas en el Alto Egipto.

Mapa con la situación de Heracleópolis en el Bajo Egipto y Tebas en el Alto Egipto. Fuente

La información que nos ha llegado de esta época es poco esclarecedora, pues las fuentes arqueológicas se han visto dadas o modificadas a lo largo del tiempo y las fuentes literarias, como Las Lamentaciones de Ipu-ur, reflejan el caos existente en la época, siendo los pobres y mendigos los nuevos ricos, mientras que los ricos eran echados de las ciudades. En esta situación la información que nos ha llegado sobre la época heracleopolitana sigue siendo bastante escasa, solo la crueldad de Áctoes I, fundador de la IX Dinastía, utilizada para someter a la nobleza e intentar reunificar Egipto, ha llegado hasta nuestros días. Las Enseñanzas de Merikare parece que están basadas en los acontecimientos históricos de este momento, relatando el golpe de estado de uno de los nomarcas de Heracleópolis y su entronización como faraón de todo Egipto, Áctoes I, aunque la efectividad de su poder no pasaría más allá de la demarcación territorial de Heracleópolis, como se deja entrever en El cuento del Campesino elocuente, también fechado en esta época.

Aun así, parece que las luchas llevadas a cabo entre los nomarcas del sur de Egipto beneficiaron el poder de la familia tebana de Montuhotep I y sus descendientes Antef III y su esposa Iah, quienes organizaron en el Alto Egipto un sistema feudal bajo su mando. Es en este momento cuando se suele situar el inicio del Imperio Medio donde se encuentra la XI Dinastía a la que pertenece el faraón Montuhotep II (2061-2010). Su llegada al trono se tradujo en la realización de unas campañas bélicas contra la dinastía Heracleopolitana y ampliando las fronteras egipcias hasta la segunda catarata en Nubia, consiguiendo la pacificación y unificación del país. Parece que la unificación fue realmente puesta en práctica, como se puede observar en los restos de la época que nos han llegado de la zona de  El-Fayum, un rico oasis conectado al Nilo por una rama natural. Durante su reinado volverá a florecer el arte y la cultura egipcia. Su hijo y sucesor Montuhotep III seguirá los pasos de su padre pero su reinado termina entre fuertes tumultos que le dan el poder a Montuhotep IV (1998-1991), quién aunque llevase el mismo nombre parece no provenir de la estirpe familiar. Su reinado termina también con fuertes desavenencias políticas que darán lugar a la XII Dinastía fundada por Ammenemes I (1991-1962), proclamado rey gracias al apoyo de grandes familias de nobles.

Montuhotep II. Museo de El Cairo. Fuente

Montuhotep II. Museo de El Cairo. Fuente

Este faraón trasladará la capital de Egipto a Ity-Tawy a unos 50 km al sur de Menfis. Con esto quería asegurarse el dominio de facto sobre el Bajo Egipto y explotar los recursos proporcionados por el oasis de El-Fayum, lugar elegido posteriormente por Ammenemes III para crear su complejo funerario. Gracias a los efectos de la arena se han conservado bastantes restos en esta zona, pero el problema es que estos restos han sido reutilizados y se ha construido encima de ellos edificios en época ptolemaica. Algunos estudiosos apuntan que la fundación de la XII Dinastía se produce por parte de reyes que procedían de una familia perteneciente a la antigua dinastía heracleopolitana y consiguen llegar al poder tras la sucesión de varios faraones tebanos débiles. Será en este momento en el que el dios tebano Amón se sincretice con el dios heraleopolitano Ra surgiendo Amón-Ra, lo que es una buena forma de unificación política y religiosa para el momento. De esta dinastía también hay que destacar nombres como el del faraón Sesostris III, que expandió las fronteras egipcias, o el de la reina y faraón Sobekneferu -conocida también como Escemiofris- mencionada por Heródoto como la constructora del laberinto de Hawara. Esta reina se haría representar con los atributos masculinos y siguió con la política constructiva de sus predecesores (Padró, 1996: 214). Poca es la información que nos ha llegado sobre su reinado, con el cual se pone fin a la XII Dinastía y comenzarán unos años turbios para la Historia egipcia, conocidos como el II Periodo Intermedio que según Padró (1996:240) engloba desde la XIII Dinastía a la XVII (1786-1552).

Busto de Sobekneferu. Fuente

Busto de Sobekneferu. Louvre. Fuente

Al igual que en el periodo anterior, son escasos los documentos que nos han llegado de este periodo, sin contar con los restos de epigrafía encontrada en alguna tumba y objetos. Los papiros más importantes son el Papiro de Brooklyn 35.1446, el de Bulak 18 y el de Rhind (Urruela, 2006: 216), por lo que los límites cronológicos de esta época no están muy bien definidos. Si hacemos caso a la lista de Manetón, entre la caída de la XII Dinastía y la XVIII, se habrían sucedido unas cinco dinastías -algunas de ellas paralelas- en cuestión de 250-300 años y unos doscientos diecisiete reyes según el Papiro de Turín. Por lo tanto, estamos ante un periodo convulso y poco estudiado de la Historia de Egipto, tanto que siguen sin conocerse las razones por las que se debilitará el poder real. Una de las hipótesis de más peso es la conocida como “invasión de los hicsos”, un pueblo asiático que tomará el control del Delta de Egipto durante la XIII Dinastía fijando sus principales ciudades en Ity-Tawy, Avaris o Menfis.

Estos pueblos ya eran conocidos por los antiguos egipcios debido a las continuas inmigraciones que realizaban de su lugar de origen hacia el Valle del Nilo. Sin embargo, es durante el II Periodo Intermedio cuando llegan con más fuerza y conquistan el poder. Con ellos llegaron varias innovaciones como el uso del bronce, de los carros de guerra tirados por caballos y armas de defensa (como las dagas, espadas curvadas, armaduras, etc.), que estaban muy por encima del nivel de avituallamiento del ejército egipcio. También introdujeron cambios en las plantas de los edificios y fortificaciones, aunque ejemplo de ello solo se ha conservado en Tel el-Daba.

Representación de la llegada de los hicsos en una de las tumbas de Beni Hassan

Representación de la llegada de los hicsos en una de las tumbas de Beni Hassan. Fuente

Durante el siglo XVI a.C. una familia tebana volverá a erigirse como el bastión de la sangre egipcia y se levantará en armas contra los hicsos. Sekenen-ra Taa I y su hijo, coetáneos del rey hicso Apofis, fundarán la XVII Dinastía y comenzarán una lucha de conquista en la cual las reinas de la dinastía tuvieron un activo papel. A la prematura muerte del faraón Senakhten-ra Taa II, será la reina Tetisheri quien asumirá el poder y el control de la “reconquista” hasta la mayoría de edad de su hijo Sekenen-ra Taa, cuya momia deja entrever que las luchas debieron de ser violentas si nos fijamos en las heridas de arma blanca que sufrió, por lo que su esposa y hermana Ahhotep tendrá que asumir el poder hasta que su hermano o hijo, Kamose, pudiera gobernar. Sin embargo, fue ella quien preparó al ejército para ir a sitiar Avaris y llevará a cabo la expulsión de los hicsos, dando comienzo al Imperio Nuevo con la entronización de su hijo Ahmosis como fundador de la XVIII Dinastía. Éste le otorgó a su madre la máxima condecoración militar, tres moscas de oro que fueron encontradas en su tumba.

Marcas de lucha en la momia de Sekene-ra Taa. Fuente

Marcas de lucha en la momia de Sekene-ra Taa. Fuente

Bibliografía

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Urruela Quesada, J.J. (2006): Egipto faraónico. Política, economía y sociedad, Ediciones Universidad de Salamanca. Salamanca.

Marco, F. y Santos, N. (1980): Textos para la historia del Próximo Oriente antiguo, vol. I, Universidad de Oviedo. Oviedo.

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Flammini, R. (2013): “Élites emergentes en el sistema-mundo nilótico-levantino: prácticas de legitimación de la dinastía de los Hicsos (ca. 1640-1530 a.C.)” en Diversidad de formaciones políticas en Mesopotamia y Cercano Oriente. Organización interna y relaciones interregionales en la Edad del Bronce, Barcino. Monographica Orientalia I,  p. 163-189. Barcelona.

Serrano Delgado, J.M. (1992): “Una época crítica de la historia de Egipto: el primer periodo intermedio (I)” en Revista de Arqueología, nº 139, p. 12-23.

Serrano Delgado, J.M. (1992): “Una época crítica de la historia de Egipto: el primer periodo intermedio (II)” en Revista de Arqueología, nº 140, p. 8-19.

Robledo Casanova, I. (2005): “Los egipcios en los tiempos de la diversidad: la “Literatura pesimista” del primer periodo intermedio” en Revista de Arqueología Año nº 26, Nº 288, p. 34-45.

Martin Rosell, P. (2011): “Los asiáticos en el delta y su impacto en el Egipto del primer periodo intermedio e inicios del reino medio” en Boletín de la Asociación Española de Egiptología, Nº 20, p. 7-22.

Vivas Sainz, I. (2003): “Guerra y conflicto a finales del II Periodo Intermedio” en La guerra en Oriente Próximo y Egipto: evidencias, historia y tendencias de la investigación. Actas del segundo seminario monográfico de Primavera, Alonso Baquer, M.A. et alii (coord.). p. 193-208.

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